Documento sin título

Alemania
mapa Alemania

Visita de Osvaldo Bayer

Síntesis del Reportaje publicado en diario El Litoral

Bayer: entre Alemania y Argentina

Llegó a Santa Fe de la mano del Instituto Cultural Argentino Germano, como parte de la celebración de los 50 años de esa institución. Aquí pesentó “Exilio y regreso”, y “Elisabet Käsermann”, dos documentales que realizó para la TV alemana: el primero sobre su vida de exiliado y su vuelta al país; el otro sobre una estudiante alemana asesinada por la dictadura militar..

Nació por casualidad en Santa Fe, su madre no llegó a Humboldt. Tiene 82 años. Estuvo exiliado en Alemania. Desde los primeros tiempos de democracia, va y viene entre Alemania y Argentina. Él está más acá que allá, pero su familia está allá.
Historiador, periodista, escritor, guionista, traductor, docente y pensador, son los roles que ocupó en distintos tiempos, también definidos por su mundo de relaciones: Cuba, el Che, Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Haroldo Conti, Osvaldo Soriano, Julio Cortázar y otros.

—Alguna vez mencionó las discusiones que tenía con Walsh y Urondo sobre la guerrilla. ¿Qué discutían?

—Fueron tiempos muy difíciles para todos. La sucesión de injusticias, de dictaduras militares. La gente joven reaccionó con el Rosariazo, el Cordobazo, y el éxito de la Revolución Cubana impactó mucho a nuestras generaciones. Yo fui muy amigo de ellos. Paco y Rodolfo eran los mejores, desprendidos, siempre buscando soluciones. Me acuerdo la indignación de ellos en la Noche de los Bastones Largos de Onganía... Las discusiones estaban en que yo no estaba de acuerdo con la guerrilla, en Cuba había vencido, en Argentina había mucha más represión; un ejército organizado, policía, Servicio Secreto, que la dictadura cubana de Batista no tenía. Me acuerdo una conversación con Rodolfo, porque él se hizo montonero: yo le decía que no entendía cómo él, que estuvo en Filosofía en el primer peronismo, podía haberse hecho peronista. Porque el primer peronismo entregó la Facultad de Filosofía a la Iglesia Católica y lo único que se aprendía era Santo Tomás de Aquino.
Y él me dijo: “No te equivoques, yo no soy peronista, soy marxista, pero ¿dónde está el pueblo?” y le dije: el pueblo es peronista, sin ninguna duda, pero no es revolucionario, no nos van a acompañar. Y los hechos me dieron la razón... me dio mucha pena la muerte de ellos. Realmente, la represión era muy, muy fuerte y ellos pertenecían a una organización un poco difusa como Montoneros, el ERP estaba más definido. Montoneros tenía algunas cosas que se debían precisamente a esto: que finalmente tenían que acatar órdenes de Perón, aunque los había echado de Plaza de Mayo, y Perón no era ningún revolucionario. A él le gustaba mucho nombrar a Bismarck, el canciller conservador alemán, que decía que a los obreros había que darles algo y dejarlos vivir con dignidad, porque si no se vuelven socialistas...
Sin democracias
Por aquella época, Bayer estaba cumpliendo su sueño de intelectual: era independiente, vivía de sus libros y guiones de películas.

—¿Por qué Ud. fue una amenaza para el gobierno militar?

—Ellos veían amenaza en todo. “La Patagonia rebelde”, los tres primeros tomos fueron quemados por la dictadura por “Dios, patria y hogar”, decían. ¿Qué tendrán que ver las huelgas patagónicas con Dios, patria y hogar?, nada que ver. Yo no estaba en ningún movimiento guerrillero, sí luchaba como intelectual para lograr una sociedad un poco más feliz, sin injusticias... Les recalqué que el único método para seguir era el que nos había enseñado Agustín Tosco (dirigente obrero, uno de los autores del Cordobazo) que le dijo no a la guerrilla, las cosas hay que hacerlas con la gente en la calle, ésa era mi tesis.

—Dijo que volvió a Argentina para luchar por la justicia y que esa justicia tiene que ver con un país sin chicos con hambre y gente en la miseria. ¿Cómo es esa lucha?

—Es insoportable. Cuando yo era chico decían que era el país de las espigas de oro, como el verso de Rubén Darío y que podía alimentar a todos los pueblos del mundo y no somos capaces de alimentar a nuestros propios niños. ¿Qué democracia es ésta que ni siquiera alimenta a sus niños...? Algunos en countries y en automóviles de ultralujo y otros en villas miserias y gente sin trabajo y ésos son los hechos por los que tenemos que luchar y por eso estoy en contra de las elecciones que acá en la Argentina se hacen. Nuestra democracia es de candidatos y no de programas... El gobierno más liberal y capitalista de nuestra historia lo hizo un peronista. He propuesto (en un artículo en Página 12) que en las próximas elecciones no se pongan candidatos, que no interesan, sino los tres principales temas del programa que van a hacer cuando gobiernen.

Injusticias

En su discurso aparece más de una vez la necesidad de una reforma agraria que nadie, “ni siquiera Perón” se animó a hacer: “Se metió con el estatuto del peón pero no con el dominio de la tierra... Tenemos todavía aquella tierra repartida por Roca...”.
Y vuelve esa sensación que tiene hace décadas: “Los gobiernos democráticos cambiaron todo para no modificar nada”. Sin embargo, no pierde las esperanzas: “Si el gobierno ha sido elegido por el pueblo tiene todo el poder, por supuesto, discutidos en el Congreso, pero no se atreven, porque dependen de los grandes poderes económicos, de los medios de comunicación que pertenecen a personas que son empresas y esos poderes pueden mover a otros poderes. Pero, hay que tener coraje civil y realizar las cosas que lleven a una verdadera justicia social... Si la gente tiene cómo alimentar a sus niños, tiene trabajo, tiene una casa, no sale a las calles a romper vidrieras ni a cortar el tránsito, nunca ha habido violencia de abajo si primero no ha habido una violencia de arriba, que es la injusticia social”.
Para él, el periodismo debe meterse con los grandes problemas de la sociedad, lo que actualmente no sucede. “Se va profundizando la superficialidad”, dice.
A los 82 años, está escribiendo sus recuerdos, “lleno de cosas”: catorce dictaduras militares, cárcel, exilio y “lo peor, la muerte de los queridos amigos”.

 




Juan de Garay 2957 – 3000 Santa Fe – Argentina - Tel: (0342) 4592248 – icagsantafe@gmail.com